viernes, 27 de marzo de 2009

NACIMIENTO DE JUAN MANUEL DE ROSAS

30 de MARZO de 1793)
El 30 de Marzo de 1793, en la casa grande del finado don Clemente López, situada en la acera norte de la Calle Santa Lucía (hoy Sarmiento), Doña Agustina López de Osornio, Esposa del Joven Militar León Ortiz de Rozas, daba a luz a su Primer Hijo Varón.

El alumbramiento de un Varón, ansiosamente esperado, colmó de gozo al padre, Gallardo Teniente de la Quinta Compañía del Segundo Batallón del Regimiento de Infantería de Buenos Aires.
La noticia se propagó en el Barrio, llevada quizás por el Pulpero Don Ignacio y el Mulato José, el Sastre, Vecinos de la Cuadra.
Las Negras Feliciana, Damiana, Pascuala, Teodora y demás Esclavas, y la India libre Juliana, Criadas de la casa, se agolpaban en el vasto patio, impacientes por penetrar en la alcoba de la amita y conocer la Criatura.
En cuanto al párvulo rompió a gritar desaforadamente, señal de que venía con fortaleza al mundo, su padre Don León se puso chupa, calzón azul y casaca con botones blancos, vuelta y collarín encarnados, y vestido así con el Uniforme de Infantería, fue al Cuartel en busca del Capellán de su Batallón para que Bautizara en seguida al recién nacido.
Como estuviera ausente su Capellán, y nadie diera razón de él en ese momento, llamó al del Batallón Tercero, Doctor Pantaleón de Rivarola.
El Teniente pensaba que el vástago de un Ortiz de Rozas debía, el primer día de su vida, ser ungido a la vez Católico y Militar, y por ello se empeñó en que fuera Castrense el Sacerdote que pusiera óleo y Crisma a la criatura.
La Ceremonia se realizó, dándose al niño el nombre de Juan Manuel José Domingo, según se asentó en el Acta.
En la casa de López de Osornio no se había disipado la sombra de la tragedia que, años antes, azotó y horrorizó aquel hogar: el viejo Don Clemente, rico hacendado, padre de Agustina, y Andrés su hijo mayor de veinte y seis años, fueron Asesinados por los Indios en un Malón que éstos llevaron, el 13 de diciembre de 1783, contra la estancia “El Rincón de López” en las llanuras desiertas del sud, sobre el Salado y el mar.

Don Clemente López de Osornio encarnó, en la segunda mitad del siglo XVIII, el tipo rudo del Estanciero Militar que pasó su vida lidiando para conquistar palmo a palmo la pampa y dominar a los Salvajes Infieles.
Fue Sargento Mayor de Milicias, Caudillo de los Paisanos y Cabeza del Gremio de Hacendados, de quienes tuvo durante muchos años la representación con el cargo de Apoderado ante las Autoridades del Virreinato.
Don Clemente, ya anciano trabajaba como un mozo, con su hijo Andrés, en las ásperas faenas rurales jineteando redomones y arreando vacas chúcaras, a campo traviesa, entre paja brava y cardizales, pantanos y lagunas.
Tenía setenta y cinco años cuando, entregado a esas recias labores, fue lanceado y degollado, con su hijo, por la maloca salvaje.
La imagen de la lucha con los bárbaros era familiar no sólo a doña Agustina López de Osornio, sino también a don León Ortiz de Rozas. Don León provenía de limpia cepa de militares y de funcionarios españoles.
Los Ortiz de Rozas, de raza hidalga oriunda del Valle del Soba, Provincia de Burgos, ocuparon siempre los primeros puestos en aquel Valle, sea como Regidores y Magistrados, sea como Guerreros, y formaron parte de esa Aristocracia Rústica y Pobre, Generosa de Sangre, que consagró su vida con acendrado fervor al servicio de su Fe y de su Rey.
León, en cuanto cumplió diez y nueve años de edad fue nombrado, el 30 de abril de 1779, Subteniente del Regimiento de Infantería de Buenos Aires, en el que su Padre era Capitán.
En aquellos días acababa de regresar en una Fragata, de la Expedición a la Bahía Sin Fondo de la Patagonia , Don Juan de la Piedra quien, después de sufrir toda suerte de penurias, Abandonó la Empresa, fue Suspendido por orden del Virrey Vértiz, y enviado a España.
León Ortiz de Rozas, que ansiaba realizar hazañas, pidió se le alistara en alguna expedición a esas regiones.
De la Piedra hizo degollar a una partida de hombres, mujeres y niños del Cacique Francisco, y se dirigió hacia la Sierra de la Ventana para a atacar a las Tribus de toda esa Región que se habían reunido en Guerra contra los Cristianos; pero fue Cercado y Derrotado, cayendo en poder de los Bárbaros los Oficiales León Ortiz de Rozas, Domingo Piera y fray Francisco Javier Montañés que desde 1783 era Capellán en el Establecimiento San José de la Patagonia y que se había agregado a la Expedición de la Piedra.
El cautiverio de Don León y de sus compañeros fue lleno de zozobras, y habrían perecido, de seguro, si un hermano del Cacique Negro no hubiese estado, en calidad de Prisionero, en Poder del Virrey Marqués de Loreto.
La Esperanza de Recobrarlo por medio de un Canje indujo a los Indios a respetar, esta vez, la Vida de sus Enemigos.
León, liberado del Cautiverio, se había Captado la amistad de los Principales Caciques y difundido la Simpatía del nombre de Rosas entre las Tribus, regresó a Buenos Aires con la aureola heroica del Cautiverio, llevando en su espíritu la Visión Salvaje de la Vida y de la Lucha en las Pampas.
Tradicionalismo y Catolicidad marcaron desde la Cuna la existencia de Rosas, acostumbrado a vivir alternativamente en el Campo y la Ciudad, Domador de Potros Chúcaros en la Infancia y de Malones Desorbitados; junto a su Madre.
Voluntarioso y dominante.
Como su Madre, su Carácter no se Doblegaba ante el rigor de los Castigos que doña Agustina le infligía por sus Travesuras.
La primera interrupción en sus Actividades de Campo fue debida a las Invasiones Inglesas.

El 12 de Agosto de 1806 estuvo Juan Manuel entre “Los Voluntarios que formaron el Ejército que Reconquistó Buenos Aires”, según le recordara a su yerno Máximo Terrero en 1861:
“Se llevó a su casa de la calle Cuyo a varios de sus jóvenes amigos, los incitó a la pelea, los armó como pudo y se presentó a la cabeza de ellos al general Liniers”; confirmó Saldías.
Y después de la Rendición Liniers lo devolvió a sus Padres, portador de honrosa carta testimonial.
Y recordando a Liniers, Rosas en su ancianidad anotaba en sus apuntes:
“¡Liniers! Ilustre, noble, virtuoso, a quien yo tanto he querido y he de querer por toda la eternidad sin olvidarlo jamás...”
Juan Manuel, que entraba en la pubertad y que acababa de recibir manejando un Cañón, el Bautismo de Fuego y de Sangre en la Reconquista de su Ciudad Natal, sentó Plaza de Soldado en el Cuarto Escuadrón de Caballería, llamado de los “Migueletes”, que mandaba el porteño don Alejo Castex.
Se vistió ufano, con el Uniforme punzó de ese cuerpo -color que sería para siempre el de sus predilecciones-, y combatió con denuedo en la cruenta defensa de Buenos Aires contra la Segunda Invasión de los Británicos.

Decía Rosas años después, el 2 de Mayo de 1869 a su amiga Josefa Gómez:
“tomé de 14 años Plaza de Soldado de Caballería de Migueletes.

Tengo la Carta del Señor D Martín de Alzaga a mi Madre, y la del Señor D Juan Miguens a mi Padre, acreditando mi Conducta en esos Gloriosos Triunfos”.
Lo que Rosas decía Nostálgico en el Exilio, lo habían Escrito desde tiempo inmemorial todos sus historiadores, amigos o adversarios, sin ninguna duda. Juan Manuel volvió a su casa, de la que poco antes saliera adolescente, convertido en Guerrero.
Don León y Doña Agustina al ver llegar a Juan Manuel, después de los Combates, vestido de rojo, notaron que el niño acentuaba su fiereza al transformarse en hombre.

ATENTADO CONTRA ROSAS

LA MAQUINA INFERNAL

Tentativa para Matar a Juan Manuel de Rosas


En 1841, mientras el pueblo y las autoridades colmaban a JUAN MANUEL DE ROSAS de honores excepcionales, un ruidoso acontecimiento vino a conmover en diverso sentido esa inmensa masa de opinión que los exaltaba, y a estimular una vez más los rencores políticos que se sentían satisfechos con los triunfos sucesivos del Ejército Federal.

El mencionado acontecimiento está relacionado con una nueva tentativa de los Unitarios para matar a Rosas, por medio de la célebre “máquina infernal”; la cual se encuentra actualmente en exhibición en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires.

JOSE RIVERA INDARTE , fanático en Religión como en Política, el Propagandista Radical del Gobierno con la suma del Poder Público, el mismo que escribió los Versos de brocha gorda para las solemnidades en honor de Rosas en 1835 y redactor desde 1839 de El Nacional de Montevideo, publicó las "TABLAS DE SANGRE " y una disertación, que hizo suya su Partido, con el Título de: “ES ACCION MATAR A ROSAS”.

Teorizaba con Caudal de Frases y de Ejemplos sobre las supremas necesidades políticas que autorizaban el asesinato; e incitaba y exaltaba anticipadamente a los que tuviesen el Coraje de realizar esa hazaña que abriría, en su sentir, una era nueva de Progreso, de Libertad y de Ventura para la República Argentina.

Como por este medio no se obtuviera el resultado que se buscaba, se propusieron otros más directos, entre los cuales es digno de mencionarse el de un aderezado pastel que fue introducido hábilmente en casa de Rosas, a nombre de uno de sus amigos, y del cual fue víctima un perro.

Un hecho imprevisto y diestramente explotado por el mismo Rivera Indarte, ofreció a estas tentativas probabilidades positivas de éxito.

Plan siniestro de Rivera IndarteRosas, si bien rehusó siempre las condecoraciones que le brindaron los soberanos extranjeros, aceptó sí, con franca complacencia, los diplomas que le discernieron las asociaciones histórico-geográficas, arqueológicas, etc., quizá en recompensa de los medios que facilitó a Darwin y a Fitz-Roy en 1834, y a la ayuda eficaz que prestó posteriormente a varias comisiones y delegados científicos que la solicitaron de él a objeto de adquirir datos y conocimientos del país, o de enriquecer sus propias colecciones con ejemplares y piezas del inexplorado y abundante suelo argentino.

La Sociedad de Anticuarios del Norte, de la que era miembro Rosas, le envió a éste por intermedio del ministro de Portugal una caja con medallas.

El ministro la remitió al cónsul de esta nación en Montevideo, juntamente con un oficio para que lo hiciese llegar a su destino.

Parece que la caja y el oficio fueron interceptados en Montevideo, lo cual se explica perfectamente habida cuenta que Rivera le hacía la Guerra a Rosas, y que le eran naturalmente hostiles a este último todos los hombres que figuraban por entonces en los cargos y empleos Públicos de aquella Ciudad.

La misma vinculación que existía entre estos hombres y los emigrados unitarios, y la circunstancia de ser la imprenta de El Nacional el centro del elemento joven, bullicioso y radical, explica igualmente el que allí se tuviera noticia inmediatamente de la existencia de la tal caja con medallas. Lo cierto es que el modo de explotarla contra Rosas fue obra que quedó librada a la mente dañina de Rivera Indarte.


Este se puso manos a la obra… En vez de medallas colocó una máquina mortífera compuesta de dieciséis cañones cargados a bala, superpuestos, con la boca hacia los bordes de la caja como otros tantos radios de un círculo, y unidos por dos resortes de percusión a ambos goznes de la misma y de manera que al abrirla explotasen simultáneamente.

Rivera Indarte dio la idea para la construcción de la caja al mecánico Aubriot, que fue quien la realizó.

Entrega de la Máquina InfernalA fines de marzo de 1841 el señor Leonardo de Souza Acevedo Leite, cónsul general de Portugal, recibió del ministro de ese gobierno en Dinamarca una nota en la que le pedía se sirviese entregar al General Juan Manuel de Rosas una Caja con Medallas, y un oficio lacrado dentro del cual iba la llave de la Caja; todo lo que se le adjuntaba, y que dedicaba a dicho General la Sociedad de Anticuarios del Norte.

El señor Acevedo Leite, aprovechando la primera oportunidad que le presentó la partida del almirante Dupotet para Buenos Aires, remitió por medio de Bazaine, edecán de este último, la caja y el oficio, más una nota suya, al General Rosas.

Balzaine entregó todo ello en manos de Manuela Rosas, y ésta se dirigió inmediatamente a mostrárselo a su Padre.

Rosas trabajaba inclinado sobre una mesa, en su misma alcoba, y le dijo que dejase el presente encima de la cama, la cual venía a quedar a sus espaldas y a menos de un metro del asiento que ocupaba, dando el frente a la puerta que servía de entrada a esa habitación.

Como MANUELITA permaneciese allí contra su costumbre a esas horas, en que a no ser por Grande Urgencia, solamente los Oficiales del Despacho interrumpían la ruda labor que se imponía el Gobernador, éste la inquirió con la mirada y ella se vio obligada a retirarse, poseída de esa curiosidad de niña, que hace recorrer súbitamente a la imaginación la escala de las conjeturas múltiples, de las inquietudes vagas, hasta de los temores inexplicables; como se lo manifestara al propio Adolfo Saldías, cuando departiera con él en Londres sobre este y otros sucesos de esa época.A la caída de la tarde volvió Manuelita.

Su Padre Trabajaba Todavía.

Probablemente no se había movido de la silla desde mediodía en que lo vio.

La caja estaba en el mismo sitio, y los oficios cerrados como ella los dejó… ¿Podía saberlo ella acaso? Aquello era como la estatua de Diana en el templo de Táurida. Orestes sería aquí cualquiera que la tocase.

Tocarla era morir.

Siquiera en el drama de Eurípides, realzado por Goethe, lo consiguió felizmente el amor sublime de Ifigenia triunfante sobre el corazón del salvaje rey Thoas.

Aquí se trataba de un drama de sangre, en el que no campeaban más sentimientos que el odio y la venganza.

Y Rosas supuso que su hija, como siempre solícita, venía a invitarlo a comer.

Pero como permaneciese allí a pesar de que él seguía escribiendo, y de que no colocaba el tintero sobre el montón de notas, estados, cuentas y borradores que atestaban su mesa, que así era cómo significaba la interrupción de su labor hasta otro momento, dedujo que su hija deseaba algo más. - Vea niña, le dijo, usted tiene mucha curiosidad de ver esa caja, Llévela no más, y luego sabré lo que contiene.- Hay también unos oficios….. observó Manuelita.- Abralos, niña, ábralos también.

Atentado Fallido

Manuelita Rosas llevó la caja y los oficios a sus habitaciones donde se encontraba Telésfora Sánchez que la acompañaba habitualmente.

Rasgó el Oficio del Cónsul Leite, se informó de él rápidamente, rasgó el otro en que venía la llave, y entonces ya no fue cuestión más que de unas tijeras para descoser el forro del paño blanco de la caja.

Pero las visitas cotidianas interrumpieron esta tarea.

La conversación se prolongó después de la comida hasta pasada media noche.

Recién en la mañana siguiente, esto es el 28 de marzo, Manuelita, su amiga y su sirvienta de confianza Rosa Pintos, atacaron decididamente la abertura de la Caja.

Manuelita tenía la Caja sobre sus rodillas, mientras su amiga y la Negrita acababan de descoser el forro.

Cuando introdujo la llave y la hizo girar en la Cerradura, la tapa de la Caja se levantó súbitamente como dos pulgadas, produciendo ese ruido seco de un hierro o gozne que se quiebra.

Telésfora Sánchez creyó ver algo como tubos o cilindros de bronce dentro de la caja, y lo propio observó Manuelita inclinándose.

Sin darse cuenta de la realidad cerró vivamente la caja, y se dirigió con ella a las habitaciones de su padre que trabajaba en su sitio habitual.

Apenas le dijo lo ocurrido, Rosas arrojó la pluma con que acababa de hacer algunas correcciones a varias notas, se puso de pie bruscamente y por un movimiento instintivo, sacó la Caja de manos de su hija y la colocó encima de su cama.

En el instante en que Rosas se inclinaba para abrir la Caja a la que cubría por decirlo así, con su cabeza y con su pecho, estaba a sus espaldas, con unos papeles en la mano, el oficial de su secretaría Pedro Regalado Rodríguez, girando un poco más hacia su izquierda, creyó distinguir dentro de la caja algo como fulminantes o pistones, y adelantándose un paso dijo:

- Señores, parece que hay un gatillo…

- ¡Que diablos de salvajes unitarios!, exclamó Rosas sin cambiar de posición.

El Gobernador permaneció impasible un momento, después del cual hizo aproximar a Rodríguez y le dijo: “Vea, son diez y seis cañones cargados a bala y ligados a los lados de la Caja de modo que explotasen al abrirla.

Uno solo bastaba para matar a mi hija siendo así que venía destinado para mi”.

Su hija rompió a llorar entre sus brazos.

sábado, 14 de marzo de 2009

ANIVERSARIO DE LA CREACION

REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLO "GENERAL SAN MARTIN"
El Regimiento de Granaderos a Caballo entra en la historia de la Patria al mismo tiempo que su ilustre creador el General San Martín.

El 16 de Marzo de 1812 marca el momento en que el Libertador, apenas llegado al suelo natal, inicia su obra con la Creación de una Unidad Modelo, que sería su Predilecta y que justificaría siempre, con creces, la confianza y el orgullo de su Jefe.
Sabía el General San Martín que la Grandiosa empresa de la Libertad de América requería Soldados apasionados por la Patria y el deber, seleccionados y Disciplinados austeramente, orgullosos de su Regimiento, conscientes de su propio valor, poseedores de un alto sentido de la responsabilidad y de la dignidad humana.
Soldados tales que constituyeran ejemplo sobre el cual moldear el tipo de un Ejército capaz de acometer los mayores esfuerzos.
Así crecieron los Granaderos a Caballo que desde Buenos Aires a Quito, sembraron a lo largo del camino con Sangre y con Valor, los Ideales de Libertad y Soberanía de los Pueblos que habían surgido en los días de Mayo, a través de un Decenio de Constantes Luchas.
Desde el 03 de Febrero de 1813, en el Combate de San Lorenzo, su Bautismo de Fuego: 120 Granaderos enfrentaron con derroche de valor y sin límites a 250 bizarros Españoles
En dicho Combate pierde la vida el Sargento Juan Bautista Cabral quien arriesgó su vida para salvar la del Gran Capitán, quien fue mal herido, hasta Ayacucho en 1824, el Regimiento Combatió en todos los Teatros de Operaciones en que se luchó por la Libertad y seis Países Americanos supieron de su Valor y Disciplina.

En este lapso actúa en veinte Campañas, sus Efectivos participaron en ciento diez Acciones de Guerra y Conquistaron 22 Condecoraciones.
Nuestro País le Confirió los Títulos de Benemérito de la Patria en Grado Eminente y a su vez Colombia los designa Benemérito en Grado Eminente.
San Martín ofrenda su bastón de mando a laVirgen del Carmen, en Mendoza, poco antes de iniciar el Cruce.

En enero de 1817 el Regimiento, formando parte del Glorioso Ejército de los Andes, bajo las órdenes del Coronel Zapiola inicia la gran hazaña de atravesar la Cordillera de los Andes y Libertar a Chile.
El mismo año el Triunfo de Chacabuco Corona sus esfuerzos.

En 1822, en el Combate de Riobamba, donde Lavalle agrega una Página más de Gloria al ya Extenso Historial de los Granaderos, logrando la victoria.
En Agosto de 1824 se define la Independencia del Perú. en la Batalla de Junín, donde “Granaderos de Colombia”, “Granaderos de los Andes” y “Húsares de Colombia”, compiten con Valor y Arrojo, cubriéndose de Heridas y Gloria.
En Diciembre, con la Derrota y Rendición de las Fuerzas Españolas en la Batalla de Ayacucho, se Cumple así el Vaticinio y Anhelo del Gran Capitán.
Liberado Perú, América es libre.
Tal fue el Regimiento de Granaderos, su historia es la de la Patria misma y su trayectoria está unida indisolublemente a la libertad del continente.
Así ha podido decirse que es "la más alta personificación de la gloria militar en América" y "que con sus hechos de armas dejó trazado a su paso una este la luminosa de triunfos tan señalados, de Victorias de tanta importancia, que no hay, aún hoy, en la Historia de todas las Fuerzas Militares de las Diferentes Naciones que forman el Mundo Americano, Unidad Orgánica alguna que Ostente un Historial de Servicios Análogos".
En Enero de 1826 se cierra el Ciclo Glorioso y regresan a Buenos Aires los restos del Cuerpo después de 11 años de lucha, al mando del Coronel Bogado, quien fue el último Jefe del Regimiento de la primera época.
Sus armas, se Depositaron en el Cuartel del Retiro de donde un día las habían tomado para iniciar la gesta, se guardaron en una sencilla Caja de Madera en la que se colocó en bronce, esta simple pero elocuente inscripción:

"Armas de los Libertadores de Chile, Perú y Colombia".

El Regimiento "que nunca fue rechazado y cubrió de Laureles a la Patria, había hecho Honor a las Palabras de su Glorioso Jefe

"de lo que mis Granaderos son capaces sólo yo sé; quien los iguale habrá, quien los exceda no".
A principios de Siglo, el General PABLO RICHIERI, de su propio puño, en un documento que se atesora en el Museo de la Unidad, escribió el borrador del Decreto de Recreación del Regimiento que se promulgó con fecha 29 de Mayo de 1903, con la firma del Presidente ROCA. La Unidad volvió a utilizar el Histórico Uniforme que dispusiera su fundador y un tiempo después en el año 1907 y durante la Presidencia del Doctor FIGUEROA ALCORTA se le confirió la función de ser Escolta Presidencial, denominándoselo como Regimiento Nro 1 Granaderos a Caballo hasta que el Presidente ROQUE SAENZ PEÑA en 1909 resolvió que mantuviera su designación Original.
El cuerpo tuvo asiento provisorio en Campo de Mayo, en el Regimiento 8 de Caballería luego sigue a éste a Ciudadela, donde permanecería hasta la finalización de la construcción de un nuevo edificio que tendría lugar sobre la barranca del Plata, sitio donde se construyó un edificio en una variante del Art Nouveau francés.
Esto constituía una verdadera revolución estética en el mundo de fines del siglo XIX y comienzos del presente. Es una confirmación del cuidado puesto en la concepción de la obra, pues se eligió un estilo arquitectónico de vanguardia, en pleno auge, cuya elegancia despojada de adornos excesivos, se prestaba para una obra militar.
En esta segunda época el Regimiento de Granaderos ha visto transcurrir casi un Siglo de su existencia y ha sido testigo activo de los principales episodios políticos y militares que jalonaron la historia moderna de la Argentina.

Por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional 1109 de fecha 24 de Octubre de 1997 es Declarado Monumento Histórico Nacional a las Instalaciones del Cuartel de Palermo del Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín", incluyendo a los edificios, jardines, y la barranca sobre la avenida Luis María Campos, convirtiéndose así en el PRIMER Cuartel del Ejército Argentino que merece tan alta distinción.

El Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín", es el Regimiento Escolta Presidencial de la República Argentina, teniendo vinculación de dependencia de la Guarnición Militar Buenos Aires por sus misiones operacionales, y en el cumplimiento de las misiones de Ceremonial y Seguridad, como una Unidad dependiente de la Presidencia de la Nación.
"En los albores de nuestra nacionalidad – expresa - era una modalidad de parte de los hombres de gobierno, cuando las necesidades de Estado o de guerra exigían la creación u organización de varias unidades, buscar en principio a los jefes que las iban a comandar, extendiéndoles el despacho de tal en la unidad que a partir de esa fecha se iba a formar.
Cada jefe proponía en una lista sus colaboradores inmediatos y aún los oficiales que conocían, o se los habían recomendado."Formaron en el Núcleo inicial de aquel Escuadrón, que sirviera de Base para la Integración del Regimiento, el cual puede darse por Constituido como tal en Mayo de 1812, los siguientes jefes y oficiales:
En la Plana Mayor como Comandante el Teniente Coronel Don José de San Martín; el Sargento Mayor Don Carlos María de Alvear; el Ayudante Mayor Don Francisco Luzuriaga y el Portaguión don Manuel Hidalgo.


El Escuadrón, Dividido en Dos Compañías, estaba Integrado así:En la Primera el Capitán Don José Zapiola
El Teniente Don Justo Bermúdez
El Alférez Don Hipolito Bouchard


En la Segunda el Capitán Don Pedro Vergara
El Teniente Don Agenor Murillo
El Alférez Don Mariano Necochea.Como puede Apreciarse, ya figuraban Nombres que después, con el Correr del Tiempo, se harían Ilustres en la Historia de la Patria.


En Total, el número de Efectivos del Escuadrón era de:


Dos Jefes, Ocho Oficiales, Nueve Sargentos, Un Trompeta, Tres Cabos, Treinta y un Granaderos.
La Política de Selección del Personal, extremadamente Rigurosa en los Cuadros, se extendió también al de los Reclutas, consignándose, por ejemplo, en la nota remitida al señor Doblas, con fecha 18 de Agosto de 1812, que se trasladase "...


a Misiones con el objeto de extraer trescientos jóvenes naturales de talla y robustez, con destino al Regimiento de Granaderos a Caballo al mando del teniente coronel don José de San Martín, oriundo de aquel territorio..."
...Cuya Intención Revelaba desde un Principio el Valor que se Asignaba a la Relación del Terruño con el Jefe para Acrecentar el Espíritu del Cuerpo. Aquella orden no pudo cumplirse por Varias Circunstancias, recurriéndose a la Incorporación de Reclutas de diversas Provincias con un Criterio de Selección sumamente Exigente, que tan Buenos Resultados daría luego en la Práctica.
La larga Experiencia en la Carrera de las Armas había Convencido a San Martín del Valor Imponderable del Ejemplo, como base para Cimentar la Educación e Instrucción de la Tropa. El General Espejo, Testigo Presencial, Detalla todo este Severo Aprendizaje:"Bajo este sistema, sostenido con perseverancia y hasta con vigor -dice en sus Memorias sobre el Paso de los Andes- se verificó la enseñanza de todos y cada uno de los soldados de ese cuerpo, debiendo añadir que no era una enseñanza de mera forma ni que el jefe u oficiales tolerasen algunas pequeñas faltas de ejecución, no señor.
No se pasaba de una lección a otra mientras no se viera perfecta y bien ejecutada la anterior.


Que las lecciones enseñaban, y si causa se observa sin excusa ni pretexto de ningún género, hasta que todas y cada una de las posiciones y movimientos de táctica se arraigaban como hábito en los hombres."Así es que los soldados educados en la escuela de San Martín eran entonces y han sido después un modelo digno de ser imitados, por su gallarda apostura, sus airosos movimientos y su arrogante despejo, tanto en las funciones militares cuanto en las civiles y sociales.
"¿Y qué diremos acerca del aseo personal y la uniformidad del traje? Sería fatigar la paciencia del lector explicar las minuciosidades de este ramo; pero para no dejarlo en oscuridad, baste decir, que era tan sostenido y escrupuloso su cuidado como lo había sido el de la instrucción.


No se toleraba una manchita en el uniforme, ni un botón no bien limpio." Exigente al extremo consigo mismo el Jefe del Regimiento de Granaderos estableció un Código de Honor al cual debían ajustar su Conducta todos los Oficiales, sin excepción y sin miramientos, con el objeto de preservar, juntamente con la Disciplina, armazón de toda Organización Militar, el Honor que es el Alma de todo Soldado y de Todo Cuerpo.
Es de mucho interés Transcribir la lista de los "delitos por los cuales deben ser arrojados los oficiales" por cuanto proyecta, con caracteres firmes y definidos, la razón de ser de aquella conducta ejemplar que caracterizó siempre a sus Cuadros, en toda la Guerra de la Independencia, por la vasta Amplitud Americana.
Se reputaban delitos:

1º Por cobardía en acción de guerra, en la que aún agachar la cabeza será reputado tal.

2º Por no admitir un desafío, sea justo o injusto.

3º Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado.

4º Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte.

5º Por trampas infames como de artesanos.

6º Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella.

7º Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos.

8º Por publicar las disposiciones internas de la oficialidad en sus juntas secretas.

9º Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados.

10º Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella.

11º Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo verificarlo.

12º Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas.

13º Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes.

14º Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del cuerpo.
Todos estos aspectos rápidamente señalados, por otra parte muy poco conocidos o relatados muchas veces como parcial anecdotario en los grados primarios, son, sin embargo, la razón del éxito del Regimiento de Granaderos en su memorable campaña.El culto exagerado del valor y del honor, la exigencia imposible en la instrucción, la persistencia constante en el duro aprendizaje físico, la férrea disciplina, el orgullo ilimitado de ser granadero, la altivez en la mirada, en el gesto o en el hablar, fueron el basamento que cimentaba a aquellos hombres, educados nada menos que en una misión, sin otra alternativa que la victoria o la muerte.
Las enormes dificultades originadas por los problemas derivados de las acciones de Guerra empeñadas contra los Realistas como la rigurosa selección del personal, impuesta por el propio San Martín, fueron obstáculos que impidieron en un principio la pronta Organización del Cuerpo.Con fecha 11 de setiembre de 1812 se crea, por Decreto, el Segundo Escuadrón, y el 5 de Diciembre de ese mismo año, con las firmas de Rodríguez Peña, Álvarez Jonte y de Tomás Guido como Secretario Interino de Guerra, se dispone la Formación del Tercer Escuadrón.
Hasta ese momento las comunicaciones dirigidas por el gobierno al Teniente Coronel San Martín son en calidad de “Comandante de Granaderos a Caballo”, figurando incluso esa misma denominación en las Listas de Revistas Efectuadas.


En la misma forma como se había procedido al crear el Cuerpo, es recién con el Decreto Ascendiendo a Coronel a San Martín, con fecha 7 de Diciembre de 1812, que se usa por primera vez el nombre de Regimiento.
Expresa el mismo, en su parte resolutiva: "Atendiendo a los méritos del Comandante don José de San Martín ha venido a conferirle el empleo de Coronel del Regimiento de Granaderos a Caballo, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden.


"Como lo señala el Teniente Coronel Anschutz en su estudio sobre la ubicación inicial del Regimiento al no encontrarse Decretos u órdenes para el Alojamiento inmediato del Primer Escuadrón de Granaderos a Caballo, se supone que al darse la Orden de su Organización se haya indicado verbalmente al Teniente Coronel San Martín, que momentáneamente ocupara el Cuartel de la Ranchería (Perú y Alsina).


Posteriormente, con fecha 5 de Mayo de 1812, con la firma de Miguel de Azcuénaga, se ordena que...
"... queda puesto a disposición del Comandante del nuevo Escuadrón de Granaderos a Caballo, el Cuartel que ocupa en el Retiro el Regimiento de Dragones de la Patria; y lo aviso a V.S. en contestación a su oficio de ayer en que me comunica haberlo ordenado así el Superior Gobierno.

" Esta zona era conocida desde la época de las Invasiones Inglesas como Cuartel del Retiro, siendo su ubicación aproximadamente la zona que bordea la actual Plaza San Martín (Arenales y Maipú).


Frente al mismo Regimiento, ante la curiosa mirada de los habitantes de la zona del Retiro, se realizaban diariamente las prácticas en el llamado "Campo de la Gloria" denominado luego de la Revolución de Mayo, como "Campo de Marte.


"No había transcurrido un año desde su Creación cuando el 3 de Febrero de 1813 tocaría al Regimiento recibir su Bautismo de Fuego allá en San Lorenzo
, a Orillas mismas del Paraná.

El Combate de San Lorenzo tuvo lugar el 3 de febrero de 1813.Montevideo estaba sitiado por el Ejército de José Rondeau, de modo que los españoles tenían que hacer uso del mar para Abastecerse.


Frecuentemente una Escuadrilla Realista salía de Montevideo en dirección al Paraná, y sus hombres merodeaban las Costas robando los Ganados.


Una expedición compuesta de once Embarcaciones, que había salido de Montevideo con el propósito indicado, fue seguida paralelamente por tierra por el Coronel de Granaderos a Caballo José de San Martín, al frente de 125 hombres de su Regimiento de Granaderos a Caballo.

Las Fuerzas de San Martín se adelantaron, deteniéndose cerca de la Posta de San Lorenzo, situada 26 km al norte del Rosario.

En tal lugar existe el convento de San Carlos, en donde encerró San Martín a sus Granaderos, de modo que la Escuadrilla Realista no pudo Observarlos.

Cuando los Españoles desembarcaron, los Granaderos Sable en mano, los persiguieron obligándolos a huir despavoridos.

Algunos se arrojaron al río desde la Barranca y perecieron ahogados.

En la persecución rodó el Caballo de San Martín, que quedó apretándole una pierna.

Un Enemigo iba a Clavarle la Bayoneta, pero en el preciso instante se interpuso el Sargento Juan Bautista Cabral, que salvó a San Martín y con él, como bien se ha dicho, la Libertad de Medio Continente.

Soldados:
3600 hombres y 9 piezas de artillería (Patriotas) - 2450 hombres y 5 piezas de artillería (España)

Antecedentes

Luego del Cruce de los Andes, y ya en Territorio Chileno, las Fuerzas Patriotas del Ejército de los Andes Comandadas por José de San Martín se enfrenta a las Realistas en la Batalla de Chacabuco el (12 de Febrero de 1817) venciendo al Ejército Comandado por el General Rafael Maroto Yserns.

A partir de esa Victoria, los Realistas empezaron a replegarse hacia el sur de donde no salieron hasta fines de la Guerra y los Patriotas se prepararon para Desalojarlos definitivamente de Chile con la Batalla de Maipú.

Tras reunirse el 8 de Febrero en el Campamento de Curimón las Columnas que Cruzaron los Andes por "camino de Los Patos" con las que cruzaron por "camino de Uspallata", se resolvió atacar en la madrugada del 12.

Con el fin de emplear una táctica de pinzas por el frente y la retaguardia, se dividieron a los hombres disponibles en dos:


La División al Mando de Miguel Estanislao Soler debía atacar por el oeste y estaba compuesta por los batallones 1 y 11, las Compañías de Granaderos y volteadores de los Batallones 7 y 8, el Escuadrón Escolta, el Escuadrón 40 de Granaderos y 2 Piezas de Artillería.
La División restante estaría al Mando de Bernardo O’higgins y debía Atacar por el este; estaba formada por el resto de los Batallones 7 y 8, los tres Escuadrones restantes de Granaderos y 2 piezas de Artillería.

Mientras Soler rodeaba a los realistas O’higgins avanzaba por la cuesta vieja, en dos Columnas, enfrentándose con los adelantados Realistas hasta encontrarse frente a frente con el Grueso del Ejército Realista, por lo que decidió avanzar hacia el Cerro Los Halcones y desplegar allí sus Fuerzas, al tiempo que despachaba un mensajero para informar de la situación al General San Martín.

Ante la Situación Adversa y al no recibir respuesta, a las 11:45 ordenó a la Infantería cargar a la Bayoneta, apoyada por la Caballería del Coronel Zapiola.

Los Españoles vencidos en esa colina retrocedieron rodeando un paso donde la Caballería Goda atacó a la Chileno-Argentina (que venía persiguiendo a los Españoles), pero el triunfo de la Caballería Patriota llegó rápidamente y las Fuerzas de O’higgins se reagruparon en un paso marcado por dos colinas a los costados.

Desobedeciendo las órdenes de San Martín de no comprometer fuego, O’higgins ataca dos veces a los realistas sin éxito, la segunda vez las Fuerzas comenzaron a dispersarse, pero cuando San Martín llega y encuentra este panorama, ordena a O’higgins que reagrupe todos los hombres que pueda, y ataca los 3 flancos del frente Español situados en colinas.

Librada aquella acción, la división de Soler arribó a las 13:30 consolidándose así la aplastante Victoria a favor de los Patriotas al Atacar con los refuerzos la Retaguardia Española.

Luego de 10 horas de Batalla, mientras los Patriotas tuvieron 12 bajas y 120 heridos, los Realistas sufrieron más de 600 bajas, la Captura de 500 Prisioneros, 1000 Fusiles, 5 piezas de Artillería, 1 Bandera y muchas Municiones.

Consecuencias

La victoria de la Batalla de Chacabuco significó un avance en la recuperación de "Chile" de las manos Españolas.

El Periodo de la Reconquista finalizaría en el Norte luego de la Batalla de Maipú.


Cancha Rayada (19 de Marzo de 1818) fue una Batalla de la Independencia de Chile en la cual fueron sorprendidas las fuerzas Patriotas por las Realistas.

También denominada Desastre de Cancha Rayada.

Después de la Jura de la Independencia el 12 de Febrero de 1818 los Realistas habían reconcentrado sus Fuerzas en el sur de Chile, formando un total de 5 000 hombres.
El ejército aliado argentino-chileno conformado por 8.000 hombres seguía a los Realistas, situados en la Ciudad de Talca.

Al caer la noche del 18 de Marzo de 1818, los Realistas se Guarnecieron en la Ciudad y el Ejército Aliado acampó en dos líneas paralelas dispuesto a pasar la noche.

De pronto el General y Libertador argentino José de San Martín fue avisado de que el Enemigo salía de la ciudad, y sin tiempo para defenderse, el Ejército Realista cayó de Sorpresa sobre los Aliados.

La gran Confusión y el Pánico Desorganizo las Filas.


Pero el General Juan Gregorio de Las Heras, que conocía la Táctica del Ejército Enemigo -consistía de tomar por Sorpresa al Enemigo- pudo salvar íntegra la División de 3 000 Hombres escapando a menos de unos 200 metros por la Retaguardia Goda en un acto brillante.

Mientras San Martín logra movilizar a sus hombres hacia una posición donde Tropas Patriotas respondían el Fuego.

Una vez realizado la Maniobra, las Tropas Patriotas se retiran con 120 muertos, 300 heridos 2000 dispersos y 21 cañones.

Los Realistas sufrieron cerca de 200 Muertos y Heridos.

Batalla de Maipú fue un Combate que tuvo lugar el 5 de Abril de 1818, en el Valle del Maipo, entre las Fuerzas Patriotas Argentino-Chilenas y los Realistas, el cual decidió en gran parte la Independencia de Chile.

Las Banderas Desplegadas por el Ejército aliado eran las Celestes y Blancas Argentinas.
Se enfrentaron el Ejército Realista (de 5.300 hombres y 12 piezas de Artillería), bajo las órdenes de Mariano Osorio, contra el Ejército Patriota (4.900 hombres y 21 Piezas de Artillería), al mando del General José de San Martín.

El hecho de armas acaeció al sur de Santiago, en los llanos del río Maipo, allí San Martín Organizó a su Ejercito en una posición elevada esperando el Ataque Español, el cuál se colocó casi cara a cara en una posición elevada de la misma manera que la posición Patriota.

Poco antes del mediodía, el Ejército Patriota rompió fuego con la Artillería de Manuel Blanco Encalada, pero luego de un tiempo San Martín se da cuenta de que los Realistas tomaron una Posición defensiva y decide iniciar el Ataque.

Envía las Fuerzas atacando el centro y la derecha de los Españoles, mientras que Las Heras Comanda el Ataque por las Fuerzas Colocadas en otro cerro, allí los Patriotas toman un Cerro amenazando la izquierda Realista.

Mientras tanto los Ataques Patriota no parecían funcionar y la Batalla estaba pareja, entonces San Martín decide enviar su Escolta Personal a la Batalla Atacando y Cargando con todo los Flancos y el Centro Español, muchos creen que esa Decisión definió la Victoria.

En el flanco izquierdo Las Heras y sus hombres junto con un grupo de Granaderos a Caballo toman la Posición Española en el Cerro de la izquierda Española, cuyos defensores (españoles) se repliegan al centro del otro cerro donde todavía se encarnizaban duros Combates.

Pero todas las Fuerzas de las Heras y otros Atacaron la izquierda Española mientras con un movimiento oblicuo los patriotas cargan sobre la derecha y el centro godo.
Mariano Osorio, creyéndolo todo perdido se retiró a cambio de su protección personal.
Ordóñez nunca se resignó a perder la Batalla, y organizó Maniobras con las que solo se desorganizó más debido a lo estrecho del terreno, entonces intenta formar un Cuadro pero este es un Desastre y se ven obligados a refugiarse en las casas de la hacienda Lo Espejo,"Fuerte", a la cual llega primero las Heras quien decide bombardearlos con Artillería, pero llega otro Comandante que intenta tomarlo con Infantería, al ser un Desastre el Ataque se decide tomar la decisión de las Heras, así las 21 piezas de Artillería Bombardearon incansablemente a los Españoles por los cuatro puntos cardinales, hasta que se Rindieron.

Bernardo O’higgins, convaleciente de una gran herida (producto de la derrota aliada en Cancha Rayada), se presentó poco antes de terminado el último Ataque contra los Realistas y entusiasmados por la victoria San Martín y O’higgins se abrazaron victorioso en una escena que dio origen a un cuadro, el Histórico Abrazo conocido como el Abrazo de Maipú,

donde Bernardo O’higgins le dice a San Martín “¡Gloría al Salvador de Chile!”
y San Martín le responde “General: Chile no Olvidará al Ilustre inválido que se presenta Herido en el Campo de Batalla”.

Gracias a esta Batalla se Aseguró la Independencia de Chile.

Los Patriotas tuvieron 1.000 hombres entre muertos y heridos.

Los Españoles sufrieron más de 2.000 muertos y 2.400 Prisioneros.

Además se Capturaron grandes Cantidades de Municiones.