miércoles, 11 de julio de 2012


JUANA AZURDUY



Generala Juana Azurduy (1780-1862)

Juana Azurduy nació, en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, el 12 de julio de 1780. 

Ese año la ciudad de La Paz fue sitiada por Tupac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Túpac Amaru. 

Durante su infancia su familia tiene un buen pasar. Ella aprenderá el quechua y el aymará. 

Trabajará en el campo, en las tareas de la casa, y se relacionará con los campesinos e indios. 

A la muerte de su madre primero y luego de su padre, su crianza quedará a cargo de sus tíos junto a su hermana Rosalía. 

Su adolescencia será conflictiva, ya que chocará con el conservadurismo de su tía, por lo que será enclaustrada en el Convento de Santa Teresa. 

Se rebelará contra la rígida disciplina, promoviendo reuniones clandestinas, donde conocerá la vida de Túpac Amaru y Micaela. 

Leerá la vida de Sor Juana Inés de la Cruz entre otros, lo que le llevará a la expulsión a los 8 meses de internada. 

De regreso a su región natal, conoce a Melchor Padilla, padre de su futuro marido, amigo de los indios y obediente de las leyes realistas, quien muere lejos de su casa, en una cárcel porteña, acusado de colaborar con otra rebelión indígena, en el año 1784. 

Ligados a la historia de la resistencia alto peruana, estos hitos biográficos de Padilla ejercerán una enorme influencia sobre la formación de Juana Azurduy.

Manuel Padilla, hijo, establece una relación de profunda amistad con Juana. 

Éste frecuentó las universidades de Chuquisaca y compartió con Juana, su conocimiento por la revolución Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad, la fraternidad. 

Conoció los nombres de: Castells, Moreno, Monteagudo. 

El 8 de marzo de 1805 contrajeron matrimonio, y tuvieron tres hijos: Marino, Juliana y Mercedes.

Gozaron de una buena posición económica, pero Don Manuel como era criollo no pudo participar de cargos en el cabildo. 

Con la caída de Fernando VII bajo la ocupación de Napoleón, el 25 de mayo de 1809 se produjo la revolución de Potosí.

Manuel Padilla se sumó a la resistencia y encabezó a los indios Chayanta y triunfó. Juró servir a la causa americana y vengó a los patriotas fusilados en el levantamiento de La Paz. 

Un año después el general Vicento Nieto asumió la Real Audiencia, y condenó a la cárcel y a las mazmorras a todos aquellos que participaron de los levantamientos, entre ellos Padilla. 

 Juana defendió con rebenque en mano su propiedad ante los realistas. 

Al año siguiente de la Revolución de Mayo, Manuel Padilla se unió a Martín Miguel de Güemes, fueron la pesadilla del ejército realista. 

Doña Juana quiso acompañarlos pero estaba prohibida la presencia de mujeres en el ejército.

Su casa fue confiscada y debió ocultarse en la casa de una amiga. Manuel Padilla se enfrentó con las tropas realistas utilizando el método de guerrillas, venció en varias oportunidades y su nombre comenzó a convertirse en leyenda. 

Hacia 1813 los revolucionarios ocuparon Potosí y Padilla fue el encargado de organizar el ejército, tarea a la cual se sumó ahora sí Juana. 

Su ejemplo hizo que muchas mujeres se sumaran a la gesta. 

“En poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó a límites casi míticos: los soldados de Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con la valerosa luchadora; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama”.

Luego de la derrota de Vilcapugio y Ayohuma, la lucha se desplazó al nordeste de Bolivia, se le llamó la “Guerra de las Republiquetas”. 

Durante este tiempo el cacique Juan Huallparrimachi, músico, poeta y descendiente de los incas, se unió a Juana Azurduy, fue su fiel lugarteniente. 

En el mes de marzo de 1814. Padilla y Azurduy vencieron a los realistas en Tarvita y Pomabamba. Pezuela, el jefe del ejército español, puso todo su batallón a perseguir a la pareja de caudillos. 

Las tropas revolucionarias debieron dividirse: 

Padilla se encaminó hacia La Laguna y Juana Azurduy se internó en una zona de pantanos con sus cuatro hijos pequeños. 

Allí se enfermaron cada uno de sus cuatro hijos, donde murieron Manuel y Mariano, antes de que Padilla y Juan Huallparrimachi, llegaran en auxilio. 

De vueltas en el refugio del valle de Segura murieron Juliana y Mercedes, las dos hijas, de fiebre palúdica y disentería. “Dicen los biógrafos que comienza aquí la guerra brutal contra los realistas:

“Padilla es cruel, es sanguinario (…) La guerra se ha desatado bárbaramente; ya no es la ley del Talión la que prima, sino una ley más inhumana, por un muerto se exigen dos, por dos, cuatro”, afirma Gantier”. 

 “Juana Azurduy está nuevamente embarazada cuando combate el 2 de agosto de 1814 con Padilla y su tropa, en el cerro de Carretas. 

Y Juana Azurduy sufre ya los dolores de parto cuando escucha las pisadas de la caballería realista entrando en Pitantora. 

Luisa Padilla, la última hija de los amantes guerreros, nace junto al Río Grande y experimenta ahora en brazos de su madre los ardores de la vida revolucionaria”.
Un grupo de suboficiales quisieron arrebatarle la caja con el tesoro de sesenta mil duros, el botín de guerra con el que contaban para su supervivencia las tropas revolucionarias, y que Juana Azurduy custodiaba con celoso fervor. 

Juana se alzó frente a ellos con su hija en brazos y la espada obsequiada por el General Belgrano.

Feroz y decidida, montó a caballo con la pequeña Luisa y, juntas, se zambulleron en el río. Lograron llegar con vida a la otra orilla. 

La hija recién nacida quedó a cargo de Anastasia Mamani, una india que la cuidó durante el resto de los años en que su madre continuó luchando por la independencia americana. 

En 1816 Juana y su esposo, quienes tenían bajo sus ordenes 6000 indios, sitiaron por segunda vez la ciudad de Chuquisaca. 

Los realistas lograron poner fin al cerco, y en Tinteros, Manuel Ascencio Padilla encontró la muerte. Manuel Belgrano, en un hecho inédito, envió una carta donde la nombraba teniente coronel. 

La cabeza de Padilla fue exhibida en la plaza pública durante meses, ésta se convirtió en un símbolo de la resistencia. El 15 de mayo de 1817 Juana al frente de cientos de cholos la recuperó.

Juana Azurduy intentó reorganizar la tropa sin recursos, acosada por el enemigo, perdió toda colaboración de los porteños. J

uana decidió dirigirse a Salta a combatir junto a las tropas de Güemes, con quien estuvo tres años hasta ser sorprendida por la muerte de éste, en 1821. 

 Decidió regresar junto a su hija de 6 años, pero recién en 1825 logró que el gobierno le dé cuatro mulas y cinco pesos para poder regresar. 

En 1825 se declaró la independencia de Bolivia, el mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio. Este le otorgó a Juana una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. 

Doña Juana terminó sus días olvidada y en la pobreza, el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años. Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje.

Esta carta fue escrita ocho años más tarde de la muerte de Güemes, cuando vagaba pobre y deprimida por las selvas del Chaco argentino:

“A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Cbarcas, me presento y digo: 

Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. 

Uno de los pocos momentos de felicidad fue aquel en que sorpresivamente Simón Bolívar, acompañado de Sucre, el caudillo Lanza y otros, se presentó en su humilde vivienda para expresarle su reconocimiento y homenaje a tan gran luchadora. 

El general venezolano la colmó de elogios en presencia de los demás, y dícese que le manifestó que la nueva república no debería llevar su propio apellido sino el de Padilla, y le concedió una pensión mensual de 60 pesos que luego Sucre aumentó a cien, respondiendo a la solicitud de la caudilla: 

Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme”.

JUANA AZURDUY

(Letra: Féliz Luna – Música: Ariel Ramírez)


Juana Azurduy,
flor del Alto Perú:
no hay otro capitán
más valiente que tú.


Oigo tu voz
más allá de Jujuy
y tu galope audaz,
Doña Juana Azurduy.


Me enamora la patria en agraz,
desvelada, recorro su faz;
el español no pasará
con mujeres tendrá que pelear.


Juana Azurduy,
flor del Alto Perú,
no hay otro capitán
más valiente que tú.


Estribillo
Truena el cañón,
préstame tu fusil
que la revolución
viene oliendo a jazmín.


Tierra del sol
en el Alto Perú,
el eco nombra aún
a Tupac Amaru.


Tierra en armas que se hace mujer,
amazona de la libertad.
Quiero formar
en tu escuadrón
y al clarín de tu voz
atacar.


FUENTE

Batticuore, Graciela – Juana Azurduy en “Mujeres Argentinas, El lado femenino de nuestra historia”
De Miguel, Maria Esther – Editorial Extra Alfaguara, Buenos Aires, Argentina, 1998.
Deleis, Mónica, De Titto, Ricardo y Arguindeguy, Diego L. – “Mujeres de la Política Argentina”, Ed.
Aguilar, Buenos Aires, Argentina, 2001.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Fernández, Elizabeth y Ocampo, Irene –  Juana Azurduy, 2005.
O´Donnell, Pacho – “Juana Azurduy, La Teniente Coronela”, Editorial Planeta.
Turone, Gabriel O.  – Juana Azurduy.

miércoles, 6 de junio de 2012


JUANA AZURDUY


Generala Juana Azurduy (1780-1862)
Juana Azurduy nació, en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, el 12 de julio de 1780. 

Ese año la ciudad de La Paz fue sitiada por Tupac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Túpac Amaru. 

Durante su infancia su familia tiene un buen pasar. Ella aprenderá el quechua y el aymará. Trabajará en el campo, en las tareas de la casa, y se relacionará con los campesinos e indios. 

A la muerte de su madre primero y luego de su padre, su crianza quedará a cargo de sus tíos junto a su hermana Rosalía. 

Su adolescencia será conflictiva, ya que chocará con el conservadurismo de su tía, por lo que será enclaustrada en el Convento de Santa Teresa. 

Se rebelará contra la rígida disciplina, promoviendo reuniones clandestinas, donde conocerá la vida de Túpac Amaru y Micaela.

 Leerá la vida de Sor Juana Inés de la Cruz entre otros, lo que le llevará a la expulsión a los 8 meses de internada. 

De regreso a su región natal, conoce a Melchor Padilla, padre de su futuro marido, amigo de los indios y obediente de las leyes realistas, quien muere lejos de su casa, en una cárcel porteña, acusado de colaborar con otra rebelión indígena, en el año 1784. 

Ligados a la historia de la resistencia alto peruana, estos hitos biográficos de Padilla ejercerán una enorme influencia sobre la formación de Juana Azurduy.

Manuel Padilla, hijo, establece una relación de profunda amistad con Juana. Éste frecuentó las universidades de Chuquisaca y compartió con Juana, su conocimiento por la revolución Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad, la fraternidad. 

Conoció los nombres de: Castells, Moreno, Monteagudo. El 8 de marzo de 1805 contrajeron matrimonio, y tuvieron tres hijos: Marino, Juliana y Mercedes.


Gozaron de una buena posición económica, pero Don Manuel como era criollo no pudo participar de cargos en el cabildo. 

Con la caída de Fernando VII bajo la ocupación de Napoleón, el 25 de mayo de 1809 se produjo la revolución de Potosí.


Manuel Padilla se sumó a la resistencia y encabezó a los indios Chayanta y triunfó. Juró servir a la causa americana y vengó a los patriotas fusilados en el levantamiento de La Paz. 

Un año después el general Vicento Nieto asumió la Real Audiencia, y condenó a la cárcel y a las mazmorras a todos aquellos que participaron de los levantamientos, entre ellos Padilla. 

 Juana defendió con rebenque en mano su propiedad ante los realistas. 

Al año siguiente de la Revolución de Mayo, Manuel Padilla se unió a Martín Miguel de Güemes, fueron la pesadilla del ejército realista. Doña Juana quiso acompañarlos pero estaba prohibida la presencia de mujeres en el ejército.


Su casa fue confiscada y debió ocultarse en la casa de una amiga. Manuel Padilla se enfrentó con las tropas realistas utilizando el método de guerrillas, venció en varias oportunidades y su nombre comenzó a convertirse en leyenda. 

Hacia 1813 los revolucionarios ocuparon Potosí y Padilla fue el encargado de organizar el ejército, tarea a la cual se sumó ahora sí Juana. 

Su ejemplo hizo que muchas mujeres se sumaran a la gesta. 

“En poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó a límites casi míticos: los soldados de Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con la valerosa luchadora; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama”.


Luego de la derrota de Vilcapugio y Ayohuma, la lucha se desplazó al nordeste de Bolivia, se le llamó la “Guerra de las Republiquetas”. 

Durante este tiempo el cacique Juan Huallparrimachi, músico, poeta y descendiente de los incas, se unió a Juana Azurduy, fue su fiel lugarteniente. 

En el mes de marzo de 1814. 

Padilla y Azurduy vencieron a los realistas en Tarvita y Pomabamba. Pezuela, el jefe del ejército español, puso todo su batallón a perseguir a la pareja de caudillos. 

Las tropas revolucionarias debieron dividirse: 

Padilla se encaminó hacia La Laguna y Juana Azurduy se internó en una zona de pantanos con sus cuatro hijos pequeños. 

Allí se enfermaron cada uno de sus cuatro hijos, donde murieron Manuel y Mariano, antes de que Padilla y Juan Huallparrimachi, llegaran en auxilio. 

De vueltas en el refugio del valle de Segura murieron Juliana y Mercedes, las dos hijas, de fiebre palúdica y disentería. “Dicen los biógrafos que comienza aquí la guerra brutal contra los realistas:


“Padilla es cruel, es sanguinario (…) La guerra se ha desatado bárbaramente; ya no es la ley del Talión la que prima, sino una ley más inhumana, por un muerto se exigen dos, por dos, cuatro”, afirma Gantier”. 

 “Juana Azurduy está nuevamente embarazada cuando combate el 2 de agosto de 1814 con Padilla y su tropa, en el cerro de Carretas. 

Y Juana Azurduy sufre ya los dolores de parto cuando escucha las pisadas de la caballería realista entrando en Pitantora. 

Luisa Padilla, la última hija de los amantes guerreros, nace junto al Río Grande y experimenta ahora en brazos de su madre los ardores de la vida revolucionaria”. 


Un grupo de suboficiales quisieron arrebatarle la caja con el tesoro de sesenta mil duros, el botín de guerra con el que contaban para su supervivencia las tropas revolucionarias, y que Juana Azurduy custodiaba con celoso fervor. 

Juana se alzó frente a ellos con su hija en brazos y la espada obsequiada por el General Belgrano.

Feroz y decidida, montó a caballo con la pequeña Luisa y, juntas, se zambulleron en el río. Lograron llegar con vida a la otra orilla. 

La hija recién nacida quedó a cargo de Anastasia Mamani, una india que la cuidó durante el resto de los años en que su madre continuó luchando por la independencia americana. 

En 1816 Juana y su esposo, quienes tenían bajo sus ordenes 6000 indios, sitiaron por segunda vez la ciudad de Chuquisaca.

 Los realistas lograron poner fin al cerco, y en Tinteros, Manuel Ascencio Padilla encontró la muerte. 

Manuel Belgrano, en un hecho inédito, envió una carta donde la nombraba teniente coronel. 

La cabeza de Padilla fue exhibida en la plaza pública durante meses, ésta se convirtió en un símbolo de la resistencia. 

El 15 de mayo de 1817 Juana al frente de cientos de cholos la recuperó.


Juana Azurduy intentó reorganizar la tropa sin recursos, acosada por el enemigo, perdió toda colaboración de los porteños. 

 Juana decidió dirigirse a Salta a combatir junto a las tropas de Güemes, con quien estuvo tres años hasta ser sorprendida por la muerte de éste, en 1821. 

 Decidió regresar junto a su hija de 6 años, pero recién en 1825 logró que el gobierno le dé cuatro mulas y cinco pesos para poder regresar. 

En 1825 se declaró la independencia de Bolivia, el mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio. 

Este le otorgó a Juana una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. 

Doña Juana terminó sus días olvidada y en la pobreza, el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años. 

Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje.


Esta carta fue escrita ocho años más tarde de la muerte de Güemes, cuando vagaba pobre y deprimida por las selvas del Chaco argentino:


“A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Cbarcas, me presento y digo: 

 Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. 

Uno de los pocos momentos de felicidad fue aquel en que sorpresivamente Simón Bolívar, acompañado de Sucre, el caudillo Lanza y otros, se presentó en su humilde vivienda para expresarle su reconocimiento y homenaje a tan gran luchadora. 

El general venezolano la colmó de elogios en presencia de los demás, y dícese que le manifestó que la nueva república no debería llevar su propio apellido sino el de Padilla, y le concedió una pensión mensual de 60 pesos que luego Sucre aumentó a cien, respondiendo a la solicitud de la caudilla:

 Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme”.


JUANA AZURDUY

(Letra: Féliz Luna – Música: Ariel Ramírez)


Juana Azurduy,
flor del Alto Perú:
no hay otro capitán
más valiente que tú.


Oigo tu voz
más allá de Jujuy
y tu galope audaz,
Doña Juana Azurduy.


Me enamora la patria en agraz,
desvelada, recorro su faz;
el español no pasará
con mujeres tendrá que pelear.


Juana Azurduy,
flor del Alto Perú,
no hay otro capitán
más valiente que tú.


Estribillo
Truena el cañón,
préstame tu fusil
que la revolución
viene oliendo a jazmín.


Tierra del sol
en el Alto Perú,
el eco nombra aún
a Tupac Amaru.


Tierra en armas que se hace mujer,
amazona de la libertad.
Quiero formar
en tu escuadrón
y al clarín de tu voz
atacar.


lunes, 14 de mayo de 2012


LA FARSA DE LA SUPUESTA “MASACRE DE TRELEW” 



Violentando los mas elementales principios constitucionales, el régimen populista de Cristina Kirchner lleva adelante una renovada parodia judicial, en este caso para juzgar (que en Argentina es lo mismo que condenar) a cinco personas (entre oficiales y suboficiales), que hace 40 años custodiaron un penal de alta seguridad[1], en el cual emblemáticos terroristas fueron abatidos tras dos intentos de fuga sucesivos y ahora se imputa a los militares en cuestión con el elástico argumento de que estos incurrieron en “delitos de Lesa Humanidad”.

Con el tiempo, los hechos fueron tergiversados y utilizados por la guerrilla marxista como propaganda política y hoy sus intelectuales asociados los levantan como estandarte demagógico.


¿Cómo fueron en verdad los episodios?.


En agosto de 1971, el connotado terrorista y líder del ERP Mario Roberto Santucho y otros guerrilleros de esa organización (entre ellos el homicida confeso Gorriarán Merlo) fueron detenidos en la ciudad de Córdoba, en donde se encontraban estableciendo contactos para afianzar la guerra revolucionaria y coordinar actividades con el contacto local Agustín Tosco. 


Santucho llevaba DNI falso bajo el nombre “Enrique Orozco”. 


Los terroristas fueron detenidos en la cárcel de Villa Urquiza. 


En represalia por las detenciones, el ERP asesinó de inmediato a cinco Guardiacárceles[2] y se fugaron 16 guerrilleros del establecimiento penitenciario. 


Algunos de los fugados fueron recapturados y para mayor seguridad Santucho y otros fueron trasladados a la Cárcel de Villa Devoto, en Buenos Aires


Durante su estadía en el penal, Santucho reforzó los vínculos políticos con miembros de otras organizaciones guerrilleras que también estaban encarcelados (como Montoneros, las FAR y las FAP). Muchos de los guerrilleros detenidos (entre ellos se encontraban la mujer de Santucho, Ana Villarreal) el 5 de abril fueron trasladados al Penal de Rawson (Provincia de Chubut), considerado el más seguro; sin embargo, Santucho encontraba auspicioso el traslado porque allí había unos 200 terroristas alojados y por ende, habría caldo de cultivo interno como para planificar una fuga en conjunto.


Lo cierto, es que tras varios preparativos y tareas coordinadas y pensadas, el 15 de agosto de 1972, se produce la rimbombante fuga de guerrilleros detenidos en el citado penal de Rawson, durante la cual asesinaron a un Guardiacárcel y escaparon a toda velocidad rumbo al aeropuerto con autos que los estaban esperando. 


Otros fugitivos no tuvieron igual suerte, pues fueron apresados la misma noche de la fuga. El ex guerrillero del ERP Pedro Cazes Camarero, quien participó de la fuga pero formó parte del grupo que no pudo escapar recuerda: 


logramos lanzar la operación después de convencer a los compañeros, pero el marmota que estaba en la puerta con el camión con el que teníamos que huir se escapó creyendo que se había podrido todo y nos dejó a pie en medio de la Patagonia[3]


El contingente de seis terroristas con mejor suerte, escapó en automóvil rumbo al Aeropuerto de Trelew, donde advirtiendo  un avión comercial que estaba en la pista a punto del despegue, lograron frenarlo, asaltarlo con la tripulación dentro, e increpar al piloto para que tuerza el destino previsto y se dirija a Chile. 


El piloto del avión secuestrado, intentó resistirse. Dijo: 


“No hay combustible para llegar a Puerto Montt” (Chile). 


Encañonándolo, Santucho respondió: ´


Pues habrá que llegar igual`”[4]. Los terroristas que huyeron, además de Santucho fueron delincuentes relevantes como Roberto Quieto (FAR), Marcos Osatinsky (FAR), Fernando Vaca Narvaja (Montoneros), Domingo Menna (ERP) y Enrique Gorriarán Merlo (ERP). 


Una vez en Chile, recibieron una afectuosa bienvenida (se hospedaron en dependencias gubernamentales) por parte del régimen marxista de Salvador Allende.


Fue allí donde Allende le regaló un arma de fuego a Santucho, para que prosiga en su hidalga tarea de asesinar opositores[5]


El apoyo y devoción de Allende a los guerrilleros era tan enfático, que éste mismo “había dispuesto el suministro regular de fondos para las guerrillas argentinas y uruguayas[6]


Incluso, el MIR (organización terrorista chilena que forjaría una alianza con el ERP y posteriormente enviaría tropas de apoyo a Tucumán), por pedido del dictador chileno formaría parte de su custodia personal en 1970[7].


Ya en Chile, los terroristas debieron pasar varias horas de incertidumbre, pues le solicitaron a Allende que los enviara a Cuba (país en donde el ERP y el MIR recibían entrenamiento y logística), mientras que el gobierno argentino había pedido al de Chile la extradición de los terroristas.


El dictador Allende se vio en la encrucijada de apañarlos y afectar las relaciones bilaterales con Argentina, o entregarlos y contrariar sus simpatías ideológicas para con el terrorismo marxista. 


Pudo más lo segundo, y los fugitivos viajaron al totalitarismo de Cuba, donde los esperaba alborozado uno de sus principales aliados del orden local, el inefable Eduardo Luis Duhalde, que en los años 80` fuera fundador de la organización homicida MTP[8] (Movimiento Todos por la Patria) que atentara contra la democracia en 1989 asesinando a 12 soldados y hasta su deceso en el 2012 fue Secretario de DDHH. del kirchnerismo.


Lo cierto es que el día 22 de agosto de 1972 (una semana después de la mencionada fuga a Chile), 19 terroristas que seguían detenidos en Trelew pretendieron un renovado intento de huida, en cuyo contexto cayeron abatidos 16 de los 19 guerrilleros.


Sectores partidarios del terrorismo por su parte, fabricaron otra versión de los hechos y alegaron que no hubo tal intento de fuga sino que los “16 terroristas fueron ejecutados”. 


Relato curioso, dado que los presuntos “fusiladores” llevaron tres sobreviviente del enfrentamiento al Hospital Militar, y así estos pudieron salvar sus vidas tras quedar heridos en el combate. 


Vale señalar que de los 16 guerrilleros abatidos, 13 pertenecían al ERP y el resto a Montoneros y FAP.


Pero más allá de especulaciones historiográficas (o historietísticas), vale efectuar algunas consideraciones en torno a las irregularidades gravísimas del “juicio” que se impone contra los custodios del penal:


1) Es obvio que no hubo crimen de Lesa Humanidad alguno (por ende en el peor de los casos el hecho estaría prescripto desde hace décadas), entre otras cosas porque esa tipificación se da cuando el ataque es contra civiles[9] y no contra guerrilleros o integrantes de un ejército irregular, tal como ocurrió con estos 16 abatidos (dato que expresamente es reconocido por los mismos integrantes del ERP y Montoneros).


2) Las personas a las que hoy se intenta “juzgar” ya fueron exculpadas por la justicia en 1973 (de modo que se está violando el principio constitucional  de “cosa juzgada”).


3) Se está violando además el principio de ley penal vigente o de irretroactividad (dado que no existía la tipificación de “Lesa Humanidad” en 1972 en el derecho argentino y solo cabría aplicar la de entonces).


4) Cuando se habla del hecho como “terrorismo de Estado”, es obvio que esta denominación le corresponde a los miembros del ERP y Montoneros que participaron de la embestida, puesto que como es público y notorio, contaron con apoyo y cobijo de los Estados de Chile y Cuba.


Los guerrilleros que escaparon y viajaron a Cuba apañados por Allende, tras entrenarse y conseguir respaldos, regresaron al país en noviembre de 1972 para proseguir sus planes revolucionarios y homicidas (entre 1969 y 1979 se computan 21.665 atentados o hechos terroristas por parte de ERP y Montoneros solamente[10]).


De esos 25 casos (entre los 6 que escaparon a Chile y los 19 restantes de los cuales murieron 16 en el segundo intento de fuga), al día de la fecha solo vive el ex terrorista montonero Fernando Vaca Narvaja, que no solo no está preso sino que fue indultado por Carlos Menem y hoy es funcionario kirchnerista.


En tiempos de tanto revisionismo y de tanto indagar en el pasado: 


¿el Estado kirchnerista se ocupó por juzgar a los terroristas alguna vez?.


Jamás!, solo persiguió con los atropellos jurídicos ya señalados a quienes los combatieron victoriosos.


Ocurre que en la Argentina se juzga y escribe la historia con el mismo rigor y la misma seriedad institucional con la que ese mismo Estado mide la inflación, imprime billetes con Amado Boudou, mantiene y controla el funcionamiento de los trenes, de las Aerolíneas o construye viviendas con Hebe de Bonafini.


(*) @NickyMarquez1



[1] El primer intento donde escapan 6 terroristas se dio en el Penal de Rawson y los detenidos que no lograron escapar fueron trasladados a la Base Naval Almirante Zar de Trelew. 


Estos últimos días después intentaron desde allí un segundo escape en el que fueron abatidos.

[2] Ver Maria Seoane; Todo o nada. 


La historia secreta y pública de Mario Roberto Santucho, el jefe guerrillero de los años setenta. 


Editorial Sudamericana. 2003. Página Pág. 144

[3] Gaviotas Blindadas, Historias del PRT-ERP, Mascaró Cine Americano, Filme Documental, primera parte

[4] Citado en Maria Seoane; Todo o nada. La historia secreta y pública de Mario Roberto Santucho, el jefe guerrillero de los años setenta.


Editorial Sudamericana. 2003. Página 173

[5] Ver Maria Seoane; Todo o nada. La historia secreta y pública de Mario Roberto Santucho, el jefe guerrillero de los años setenta. 


Editorial Sudamericana. 2003. Página 178, ver también Julio Santucho, Los Ultimos Gurevaristas.

[6] Carlos Manuel Acuña. Por amor al Odio, T II, Ediciones del Pórtico, página 358

[7] Ver Maria Seoane; Todo o nada. La historia secreta y pública de Mario Roberto Santucho, el jefe guerrillero de los años setenta. 


Editorial Sudamericana. 2003. Página 185

[8] Ver Enrique Gorriarán Merlo: Memorias de Gorriarán Merlo. 


De los Setenta a La Tablada. Editorial Planeta

[9] El artículo 7 del Tratado de Roma (que forma parte del derecho argentino recién a partir del 2001) señala que delito de Lesa Humanidad es “un ataque sistemático o generalizado con una población civil, sea que este provenga del Estado o una organización”

[10] Así lo confirmó la Cámara Federal alfonsinista en 1985 en el famoso Juicio a los Comandantes